Ocho
¿Te gustó? ¿Y sin tilde?
¿Te gustó? ¿Y sin tilde?
Soy un montón de letras mínimas que ruegan que no sufras de presbicia.
Cuando me voy me extrañen. Si no, me quedo para que me atesoren la vez que muero. Conjugo mal los verbos, es con esmero: no rimo para cuerdos.
Supe de un mal poeta, gran artista. Decía que citaba de memoria, aunque transcribía. Pero erraba en detalles, adrede. El alarde perfecto.
Te vi pasar y de inmediato me recordaste a alguien. Ahora no puedo dejar de extrañarla ni de esperarte.
El desaliento, viejo carroñero, se alimenta de la incertidumbre, que nutre dudas, que comen angustia: una cadena trófica de miedos.